Los datos indican que solo el 20% del envejecimiento depende de nuestros genes. Es decir, qué tan longevos y sanos fueron nuestros padres y nuestros abuelos tiene un efecto hereditario en nosotros, pero sólo influye en un 20%.
El otro 80% depende de nuestras decisiones diarias. Para mamá, esto es una buena noticia. Significa que sus células pueden tener un efecto de rejuvenecimiento si pone en práctica estas recomendaciones, y eso se refleja en toda su salud: qué tan tersa está su piel, qué tanto entusiasmo siente al despertar, qué tan flexibles son sus articulaciones, qué tan ágil es su memoria y qué tanta grasita acumula en el cuerpo, por ejemplo.
Es una manera distinta de ver su organismo. En cada célula hay un reloj de envejecimiento avanzando. Todas las decisiones poco saludables se acumulan y lo aceleran, mientras que todas las decisiones sanas retrasan el proceso. Un envejecimiento más lento significa que mamá puede sentirse y verse en su mejor momento desde hoy (y nosotros podemos disfrutar de muchos años más con ella). Aquí te compartimos 7 secretos:
- Evita estos alimentos que te envejecen
En los primeros lugares están los aceites hidrogenados (canola, cártamo, soya, girasol, maíz, etc. —están en las papitas, las galletas, las tostadas, los aderezos comerciales, las frituras, los cubitos de consomé, etc.) y el exceso de azúcar (en los refrescos, yogurt de sabores, capuchinos con sabores, jugos, etc.)
Pero también entran todos los productos light o “bajos en grasa” y los que tienen listas de ingredientes enormes, con saborizantes “naturales”, endulzantes artificiales (como aspartame y similares), glutamato monosódico, jarabe de maíz de alta fructosa, etc. Es muy fácil leer rápidamente la lista de ingredientes para detectarlos.
También prueba cómo reacciona tu cuerpo cuando evitas las harinas industriales que tienen la parte menos nutritiva y más inflamatoria de los cereales (como trigo, maíz, cebada). Busca harinas de granos enteros y aún así checa si quedas con el estómago hinchado después de comerlas.
Si alguno de estos ingredientes (que son toxinas) aparece seguido en tus comidas, sólo con evitarlo estarás ayudando mucho a disminuir el envejecimiento de tus células.
- Asegúrate de recibir los nutrientes que necesitas
Además de quitar lo que daña, hay que agregar lo que sana, en especial los micronutrientes que están en los alimentos que vienen de la tierra, como vitaminas del complejo B, hierro y minerales.
No es lo mismo tomarlas en suplementos, porque nuestro cuerpo reconoce lo que viene de la naturaleza mucho mejor que lo artificial. La forma más fácil es comer muchas (¡muchas!) verduras y frutas de todos los colores del arcoiris: en especial esas que solo incluimos un par de veces al año.
Es común comer las mismas verduras cada semana, pero la clave es incluir esas que casi olvidamos que existen. ¿Cuáles son para ti? ¿Tal vez hinojo, betabel, alfalfa, berenjena, col de bruselas, chilacayote, endivias, habas, bok choi, camote, nabos, yuca, flor de calabaza, okra, poro?
Y aún mejor si incluyes sus hojas y cáscaras (siempre que se pueda), como las hojas del betabel, de las zanahorias y del apio. Busca que sean orgánicas (en especial las hojas verdes y las frutas y verduras que tienen piel delgada) para evitar pesticidas y fertilizantes que oxidan e inflaman tus células.
- Toma caldos de huesos (Kaldos Keat®)
Los caldos de huesos son un 3×1 para desacelerar el envejecimiento. Por eso armamos estos paquetes para mamá que incluyen Kaldos Keat para rejuvenecer internamente, revisa aquí el Trío saludable y acá los Kaldos Mamá.)
Primero, porque son una fuente natural de colágeno (que está en los huesos y las articulaciones de los animales, que normalmente no comemos). Piel brillante y elástica, menos arrugas, cabello fuerte, huesos flexibles y sin dolor: todos son beneficios del colágeno natural. Además les agregamos verduras de todos los colores, con lo que le das a tu cuerpo una recarga de las vitaminas, minerales y proteínas que mejor reconoce y que pondrá a funcionar de inmediato (desde los primeros días).
Segundo, porque el colágeno también sirve para mejorar profundamente el sistema digestivo, que desde la medicina funcional sabemos que es una especie de llave fundamental para todo el resto de tu salud. Cuando la digestión mejora, suben tus defensas, absorbes mejor los nutrientes, disminuyen los dolores y la inflamación, mejora tu concentración y tu estado de ánimo y hasta pueden mejorar los síntomas de muchas enfermedades. Un Kaldo Keat® al día y verás cómo tu cuerpo empieza a transformarse.
Tercero, porque los Kaldos son perfectos para que empieces a practicar el ayuno nocturno, una de las herramientas favoritas de muchos expertos para retrasar el envejecimiento. Si tomas un Kaldo en ayunas cada mañana, tu cuerpo no necesita emplear su energía en digerir (porque se digieren muy fácilmente) y en cambio puede dedicarse a reparar las células que no estén funcionando bien o a sustituirlas por células nuevas, además de limpiar desechos y toxinas. Esto es rejuvenecimiento en acción, sin rodeos, y tu cuerpo sabe cómo hacerlo todos los días si le ayudas un poquito.
- Mejora tu ingesta de grasas buenas
Nuestro cuerpo tiene un equilibrio de grasas. Las malas (como los aceites hidrogenados que mencionamos en el punto #1) se acumulan en el cuerpo y pueden tardar años en salir. Las buenas son importantísimas (para que funcione bien el cerebro, las hormonas y la pared de todas nuestras células). Por eso, comer “bajo en grasas” es una de las peores ofensas que le podemos hacer a nuestro cuerpo. Aquí hay una lista de grasas saludables que ayudan a mantenerte joven.
- Mantén cerebro y cuerpo activo
A nuestras neuronas les encanta la estimulación y a nuestros músculos también. Ya sabemos cómo hacerlo: menos horas en sillas y sillones, más horas en actividades que revivan tu cuerpo y tu mente, que te reten y te atrapen, como aprender a tocar un instrumento, un nuevo estilo de baile, un idioma distinto, iniciar un huerto en casa, practicar senderismo, adoptar una práctica de meditación en movimiento o al aire libre, aprender joyería o carpintería, ¡lo que sea que te motive y que le ayude a tu cuerpo a regular el estrés!
- Duerme, duerme, duerme
Es tan sencillo que es muy fácil pasarlo por alto. Tenemos ciclos de regeneración celular y el más importante ocurre aproximadamente entre las 10 pm y las 4 am. Si no estamos dormidos en ese horario, se convierten en horas de envejecimiento. Este tiempo no se recupera, no importa cuánto ejercicio, cuántos nutrientes y cuántas horas de meditación incluyamos al día. Dormir tarde (o descansar mal) es uno de los mayores sabotajes que puedes hacerle a tu cuerpo.
- Cuida tus mitocondrias
Tal vez ya nos has escuchado decir que las mitocondrias son nuestra fuente de juventud. Tenemos cientos o miles en cada célula y son las que producen la energía para todas las funciones del cuerpo. Cada vez que investigan sobre el envejecimiento, los científicos llegan a las mitocondrias como una de las claves. Lo delicado es que las mitocondrias son muy sensibles a los daños. Para cuidarlas hay que quitarle carga de toxinas a tu cuerpo, atender las alergias, evitar fuentes de contaminación y de inflamación (en especial en la comida), evitar antinutrientes, ayudar a tu cuerpo a regular mejor el estrés, etc. Es un proceso complejo, pero los resultados valen la pena. Puedes lograrlo fácilmente si te unes al Reto Mamá: son 4 semanas dedicadas a consentir a tus mitocondrias, tu metabolismo y tus sistemas mientras tú comes los platillos deliciosos que te enviamos todos los días. ¡Y te regalamos un paquete de Kaldos Keat® al final para mantener tus logros! Únete aquí (o chécalo para mamá).