Nadie ha salido de un consultorio médico con un diagnóstico de “adicción a la jícama”.
Pero todos conocemos a alguien que no puede dejar de beber refresco o comer botanitas enchiladas, papas, pasta o pan de dulce.
Un equipo de investigadores de Yale desarrolló en 2009 una escala para medir señales de adicción a la comida.
Desde entonces se ha utilizado en diversos estudios alrededor del mundo, en diferentes poblaciones. Sus hallazgos eran de esperarse.
Estos son 15 de los alimentos que más provocan adicción.
Abajo de este texto puedes responder un quiz para saber si tienes dependencia a alguno de estos alimentos altamente adictivos.
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Pizza
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Chocolate (procesado)
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Papitas (chips)
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Galletas
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Helado
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Papas fritas (french fries)
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Hamburguesas
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Refrescos
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Pastel
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Queso
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Tocino
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Pollo frito
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Pan blanco (bollos)
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Palomitas con mantequilla
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Cereal de caja
Estos 15 alimentos tienen algo en común: la mayoría son altamente procesados.
Incluso los que parecen más inofensivos —chocolate, queso, palomitas, pollo frito— suelen tener químicos añadidos especialmente para generar una respuesta de placer en nuestro cerebro y provocar el deseo de comer más y más, por ejemplo a través de una descarga de dopamina.
Varias de estas investigaciones se han hecho en Estados Unidos y otros países industrializados, por lo que es muy probable que el queso no sea queso orgánico de vacas alimentadas con pasto, sino queso industrializado, adicionado con grasas artificiales, saborizantes, conservadores, texturizadores y sustancias que resaltan el sabor.
(En México habría que agregarle varios alimentos a la investigación, seguramente vienen varios a tu mente. ¿Tortas, tamalitos, tacos, chalupas?)
La mayor parte de los alimentos de esta lista tienen una fórmula triple que detona ese deseo de comer sin parar: se les añade sal refinada, azúcares y grasas artificiales, además de otros químicos.
Esta combinación produce placer a nivel cerebral y detona comportamientos adictivos. Es el famoso efecto que te reta a comer “sólo uno” —sabiendo de antemano que tenemos todas las posibilidades de perder, pues ese alimento está creado en un laboratorio hasta perfeccionar la fórmula que genere más deseo y aumente las ventas del producto.
Cuando los alimentos están creados así, ya entran en la categoría de sustancias que pueden crear una adicción real, como las drogas, el alcohol o el tabaco.
En cambio, la comida de verdad no produce este efecto. Cuando comemos mango, fresas, pepinos, carne sin aditivos, llega un momento en que el cuerpo nos pide que paremos. Es un sistema de bioregulación que se activa cuando comemos comida real: se nos quita el apetito, llega un momento en que perdemos el interés.
Cuando en lugar de comida comemos ingredientes sintéticos, nuestro cuerpo no los reconoce y no puede activar ese alto.
Peor aún, cuando es un alimento que fue creado especialmente para burlar esos mecanismos de regulación. Por eso queremos seguir comiendo incluso si ya no tenemos hambre, incluso si sentimos inflamación, náuseas, agruras, indigestión, culpa…
Dr. Patricia Restrepo nos explica que hay 3 niveles por los que deseamos un alimento:
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Hambre
Cuando es hambre real no se refiere a un alimento específico. No tenemos “hambre de chocolate”, sino hambre en general. Y no entramos en crisis emocional cuando no está disponible ese alimento.
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Antojo por costumbre
Si todos los días me como un mango, probablemente sienta con frecuencia el antojo de mango. Estoy acostumbrada a nivel mental, emocional y fisiológico; mi microbiota espera el mango también.
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Adicción
La adicción ya involucra procesos que es difícil detonar con comida de la naturaleza, por ejemplo:
➜ Desbalances en hormonas como la leptina, hormona del hambre
➜ Producción alterada de neurotransmisores como serotonina y dopamina
➜ Mecanismos cerebrales alterados
➜ Procesos de inhibición impedidos
➜ Microbiota en desbalance, con alta población de bacterias que sobreviven solamente comiendo azúcar y grasas artificiales
¿Y qué pasa después?
La comida industrializada provoca deficiencias de nutrientes.
¿Por qué? Porque nuestro cuerpo requiere muchos recursos para poder asimilarla, procesarla, separar las toxinas, tratar de desecharlas…
Estas deficiencias de nutrientes empiezan a complicar nuestra salud.
Es un ciclo vicioso:
Estoy comiendo en exceso, pero mi cuerpo está desnutrido.
Aumentan mis antojos, porque mi cuerpo busca nutrición.
Le doy alimentos que no dan vida, así que sigue aumentando el antojo y se agravan las deficiencias.
Un ejemplo de Dr. Patricia Restrepo:
Si en lugar de ponerle gasolina al auto le echamos jugo de naranja, se daña el motor.
Si en lugar de darle comida real al cuerpo le damos comida sintética, se daña el organismo. Empieza a fallar por todas partes.
Lo preocupante es que más del 80% de la comida que se vende en supermercados es sintética, por ejemplo:
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Pavo que dura meses en el refrigerador
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Leche de coco que dura semanas
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Cereal de cajita que dura décadas sin descomponerse
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Salsa para pasta, sopa prehecha, verduras en lata, jamón falso, tostadas sintéticas, jugos empaquetados, etcétera.
Al comer alimentos así, abrimos las puertas a ese círculo vicioso de autodestrucción.
Y dejamos vulnerables a nuestras neuronas, nuestra microbiota, nuestro cerebro, nuestras hormonas… y todo el resto del organismo.
¿Qué hacer si tienes dependencia a un alimento (o varios)?
Tal vez ya has intentado dejar de comerlo, sin éxito.
No es tu culpa, este ciclo vicioso es más poderoso que la fuerza de voluntad.
Por eso se necesita una estrategia doble.
Sí, hay que dejar de comer el alimento problemático.
Pero al mismo tiempo, hay que atender en tu cuerpo los múltiples mecanismos que están afectados:
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Reparar deficiencias de minerales, vitaminas y otros nutrientes
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Atender la sobreexcitación de neurotransmisores
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Volver a equilibrar la microbiota
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Balancear las hormonas
¿Suena complejo? Puede ser sencillo, si haces un programa Keat —que ayuda a regular todo esto utilizando los elementos que tu cuerpo sí puede utilizar: la comida de verdad.
Te recomendamos esto:
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Primero, conciencia.
O como le decimos en Keat: Konciencia.
Reconocer que estamos teniendo dificultad con un alimento es el primer paso.
Después, desplazar tu enfoque. Sí, ya sabemos que esos alimentos adictivos están afectando tu salud. Pero queremos enfocar la energía en la salud, no en la enfermedad. Una idea: escribe las 3 razones más poderosas por las que quieres estar vivo y sano.
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Segundo, aceptar la ayuda disponible.
Entre más pronto lo hagas, menos permites que avance la dependencia y más rápido puedes reestablecerte.
Pide un programa Kaldos Microbiota.
Te va a ayudar a romper el círculo vicioso porque suple las deficiencias alimentarias que puedas tener, y al mismo tiempo empieza a reparar los daños
Al recibir desayuno, comida, cena y snacks todos los días, detienes rápido el consumo de la sustancia que te está lesionando. Los primeros días vas a necesitar fuerza de voluntad, pero después empiezas a tener cambios en las hormonas, en la microbiota, en el cerebro. Y la dependencia empieza a ceder.
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Tercero, completar tu estrategia.
Para romper el ciclo de dependencia necesitas un círculo de contención.
Puedes encontrarlo en la Komunidad Keat. Ahí nuestra Master Mentor puede responder tus dudas y puedes compartir tu experiencia con otros Keaters que también están tomando acción para mejorar su salud.
Y vas a recibir información del Método Keat para complementar tu estrategia: equilibrio emocional, contacto con la naturaleza, movimiento constante, calidad de descanso y sueño…
Todo esto ayuda a tu cuerpo a reactivar sus mecanismos de autoregulación y recuperar el balance.
Un Keater sabe que ni la voluntad más férrea ni el compromiso más serio pueden vencer a un cuerpo intoxicado y fuera de balance.
Por eso, toma acción para limpiar y reparar su organismo, fácilmente.
Sin el lastre de la toxicidad, vive sin esfuerzo una vida más saludable y plena en confianza, libertad, conexión y diversión.
RESPONDE EL QUIZ AQUÍ: